Los electrodomésticos inteligentes merman basura tecnológica

Cuando hablamos de electrodomésticos solemos poner en el punto de mira el tema de la reducción en gasto energético, tanto por economía como por medioambiente, y es lógico puesto que la llegada de estos a los hogares de forma generalizada quintuplico la cantidad de basura tecnológica así como el gasto de energía que se hacía en los hogares. De hecho, hoy en día se calcula que cada año de media un español desecha 20 kilos de residuos electrónicos y eléctricos, según el informe Global E-waste Monitor 201 del programa Ciclos Sostenibles de la Universidad de las Naciones Unidas.

No obstante, las nuevas eficiencias de los mismos, así como las nuevas tecnologías, están consiguiendo que ese gasto energético se reduzca notablemente, no así la basura tecnológica que desechamos, pero un paso es un paso y gracias al reciclaje o al modelo de economía circular que algunos expertos pretenden poner en marcha, tal vez logremos mejores resultados.

¿Cuándo debo cambiar mis electrodomésticos?

Muchos de nosotros renovamos nuestros aparatos a la mínima de cambio y, en ocasiones, esa decisión es justificada tanto por el problema que tiene el aparato como por el gesto eléctrico que hace, pero otras muchas veces simplemente nos resulta más cómodo eso que llamar a un técnico. La pregunta es ¿cuándo debería, de forma generalizada, cambiar mis electrodomésticos?

Las encuestas de la OCU han revelado la vida media de los electrodomésticos más utilizados:

  • Frigorífico, 12 años
  • Lavavajillas, 11 años
  • Lavadora, 11 años
  • Secadora, 11 años
  • Microondas, 9 años
  • Aspirados, 8 años
  • Plancha, 9 años
  •  Etc.

En Megahogar, una tienda de electrodomésticos de Alicante muy conocida en Internet por sus económicos precios, nos han asegurado que ni siquiera la mitad de su clientela espera ese tiempo para renovar sus aparatos, sino que la mayoría cambia de electrodomésticos a los 5 o 6 años de media. Ahora bien, según los profesionales de esta tienda, todos sus electrodomésticos tienen una vida mucho más amplia si se los cuida y mantiene adecuadamente.

La OCU Está en contra de la obsolescencia prematura de los aparatos. Por eso, han puesto en marcha una campaña en la que se solicita a los fabricantes de electrodomésticos que apuesten por productos más duraderos, que se adapten al ritmo de vida real de los consumidores. No obstante, parece que las investigaciones de las firmas más conocidas no van encaminadas a ese fin, sino a conseguir electrodomésticos cada vez más inteligentes.

Electrodomésticos Inteligentes

Una casa equipada con electrodomésticos inteligentes e intuitivos supone ganar tiempo en las tareas domésticas. Estos se pueden controlar desde telefonía o pequeños electrodomésticos desde cualquier lugar del mundo.

Además, implican un ahorro sin precedentes, dada la gestión eficiente de los recursos que utilizan. Entre las funcionalidades de estos aparatos destacan un televisor que avisa cuándo los productos de la nevera van a caducar o cuáles faltan; una tableta que muestra las partes de la casa que ha limpiado el robot aspirador o el teléfono que permite encender la climatización o la lavadora desde la oficina. Pero… ¿evitará esto la obsolescencia prematura? Los expertos opinan justo lo contrario.

Según especialistas y analistas sociólogos, cada vez que aparece en escena un nuevo modelo de móvil o videoconsola el consumo se dispara, así como crece la basura tecnológica, lo que hace pensar que ante la llegada de nuevos electrodomésticos inteligentes ocurrirá lo mismo, y así sucesivamente conforme vayan añadiendo aplicaciones a los mimos y aparezcan electrodomésticos mejores y más modernos.

Electrodomésticos de Marca Blanca

El mercado español de línea blanca consolida en 2017 un nuevo año de recuperación con un valor de mercado que, dependiendo de las fuentes oscila entre los 1.900 M€ y los 1.600, dependiendo si hablamos de sell-out o sell-in, y con un incremento del 4%.Un porcentaje de evolución que podría repetirse en 2018 siempre y cuando no haya sobresaltos económicos ajenos al propio sector. Las cifras son, en cualquier caso, la antesala de un 2019 en el que los principales fabricantes hacen su apuesta por el electrodomésticos conectable e inteligente, una categoría que todavía tiene mucho recorrido por delante, lo que significa que hasta estas marcas como se suman al carro anteriormente mencionado.

Siemens, una de las marcas más conocidas, está apostando ya por acercar la tecnología a los hogares para transformarlos en inteligentes, y lo hace a través de sus electrodomésticos, a los que está dotando de inteligencia y conectividad debido a las grandes ventajas que ello conlleva. Lo principal y más destacables es el control remoto, gracias al cual el usuario puede encender, apagar y programar los electrodomésticos desde cualquier lugar. Por otro lado, el programa “super-refrigeración” permite que las bebidas estén listas para el momento en el que se llegue a casa. Igualmente, con la app de Home Connect puede conocerse el tiempo que le queda al horno sin dejar de lado la actividad que se esté haciendo en el momento.

Asimismo, otras marcas como Bosch o Balay también están detrás de conseguir esos avances en inteligencia y, por ende, vamos de camino a incrementar de nuevo esa basura tecnológica. ¿Qué podemos hacer al respecto?

Generar menos basura

Según un informe realizado por la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE) y la Coalición de Residuos Electrónicos de las Naciones Unidas a principios de 2019, en todo el planeta se crean unas 50 millones de toneladas de “desechos electrónicos” o Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), anualmente, previendo para 2050 alcanzar las 120 millones de toneladas. El informe también hace referencia al valor que tienen esos desechos, que supera los 60.000 millones de dólares cada año.

A la vez, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente informa que el 80% de esos desechos electrónicos acaba como relleno sanitario o en basurales a cielo abierto, sin la gestión del reciclaje adecuado. Los RAEE´s contienen sustancias químicas que contaminan el medio ambiente al mezclarse con el resto de la basura, desprendiendo metales tóxicos perjudiciales para la salud.

La respuesta a todo esto pasa por la economía circular. La economía circular es un nuevo modelo de producción y consumo que garantiza un crecimiento sostenible en el tiempo. Con la economía circular promovemos la optimización de recursos, la reducción en el consumo de materias primas y el aprovechamiento de los residuos, reciclándolos o dándoles una nueva vida para convertirlos en nuevos productos.

El objetivo de la economía circular es, por tanto, aprovechar al máximo los recursos materiales de los que disponemos alargando el ciclo de vida de los productos. La idea surge de imitar a la naturaleza, donde todo tiene valor y todo se aprovecha, donde los residuos se convierten en un nuevo recurso. Así, se logra mantener el equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad.

La economía circular establece un modelo de producción y consumo más sostenible, en el que las materias primas se mantienen más tiempo en los ciclos productivos y pueden aprovecharse de forma recurrente, procurando con ello generar muchos menos residuos. Como su propio nombre indica, la esencia de este modelo radica en que los recursos se mantengan en la economía el mayor tiempo posible, promoviendo que los residuos que generamos puedan servir de materia prima para otras industrias.

Casi todos conocemos la regla de las 3R, esenciales para el desarrollo sostenible y conservar el equilibrio ambiental: reducir, reutilizar y reciclar. Es decir, lo que se obtiene de la naturaleza vuelve a ella al agotar su vida útil, de una manera cíclica y respetuosa con el entorno. Pero ¿sabías que hay otras cuatro reglas? Estas 7R son los pasos necesarios para alcanzar una economía circular:

  • Rediseñar: pensar y diseñar los productos de modo que su proceso de fabricación consuma menos materias primas, se alargue su vida útil y genere menos residuos (o al menos residuos que sean más fáciles de reciclar). De este modo se incrementa el cuidado del medio ambiente.
  • Reducir: cambiar nuestros hábitos de consumo hacia un modelo más sostenible. Si reducimos el consumo, se evita la generación de residuos, el gasto de materias primas y, por lo tanto, se reduce el impacto en el medio ambiente.
  • Reutilizar: usándolos de nuevo o dando otra utilidad a los productos alargamos su vida útil.
  • Reparar: hasta ahora, cuando un producto se estropeaba tendíamos a reemplazarlo. Sin embargo, repararlo no solo es más económico, sino que evita el uso de nuevas materias primas, ahorra energía y no genera residuos al medio ambiente.
  • Renovar: actualizar objetos antiguos para que se puedan volver a utilizar como vintage, como por ejemplo los muebles.
  • Reciclar: promover las mejores prácticas en la gestión de los residuos y utilizar aquello que sea posible como materia prima para la fabricación de nuevos productos.
  • Recuperar: dar nuevos usos a productos que se van a desechar, como por ejemplo, utilizar las botellas de plástico para crear sistemas de riego, maceteros o comederos de aves
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