Qué hacer cuando un trabajador provoca daños en las zonas comunes

Últimamente llevo una racha de muy mala suerte. Parece que si monto un circo me crecen los enanos. Tengo un cliente que no me paga una factura, he pasado por un timo con unos muebles, han tenido que hacerme unos implantes dentales traer carme de la bici y me ha faltado un pelo para enemistarme con los vecinos porque los transportistas de los muebles hicieron desperfectos en las zonas comunes. Al menos, si hay que decir algo bueno es que los implantes salieron como la seda gracias a una clínica dental que me recomendaron, Dental Morante, en Madrid. Pero los problemas con mis vecinos por los daños han sido de órdago. Os cuento cómo solucionarlo todo.

Pues como os decía, hace unos meses me compré unos muebles por internet por la foto que la tienda publicitaba en su página web. Tardaron bastante en traérmelos y yo me di cuenta de que cuando los transportistas vinieron el más grande de ellos lo subieron por las escaleras, ya que no daba bien el alto para meterlo dentro del ascensor. El caso es que ese fin de semana, cuando me puse a abrir los muebles, se parecían como un huevo a una castaña con lo que había en la foto. A día de hoy dudo mucho de que esa tienda venda esos muebles, sino que ponen unas fotos muy bonitas de piezas de calidad y luego se dedican a fabricar ellos algo que intentan que se les parezca y a ver si cuela.

Conmigo no coló, está claro. Y menos después de lo que había pagado. Así que tras muchas disputas y una denuncia bien puesta en la oficina de Consumo de mi localidad conseguí que se hiciesen responsables de la chapuza y me devolviesen el dinero. Para ello, antes debían recoger los muebles, así que me mandaron a los transportistas de vuelta a por ellos. No eran los mismos que los de la entrega y no se les veía muy duchos en el negocio.

Nada más sacar el primero de los muebles, el más alto, quisieron introducirlo dentro del ascensor para bajarlo a la calle, pero a lo bruto, con una enorme carretilla debajo de un paquete que ya de por sí superaba los dos metros. Así que nada más inclinar la carretilla para hacer palanca y desplazar la pieza, esta, con la esquina más elevada, dio un golpe en el techo haciendo un agujero en el mismo.

Curiosa fue su respuesta, porque se querían ir dejándome el desperfecto allí. Les dije que de eso nada, que había que dejar constancia del mismo para reclamar, así que la otra solución graciosa que me dieron fue que volvían a subirme todos los paquetes a casa y se iban, así que me quedaba sin servicio de transportes pero con desperfectos en las zonas comunes del edificio.

Y siguieron destrozando

Pero no se quedó ahí la cosa, sino que cuando salieron del ascensor en el portal maniobrando arrancaron de cuajo la caja del extintor de incendios, algo tan sonoro que todos mis vecinos se enteraron al momento y por ello exigieron que se repusiese lo averiado y de la misma marca, de Extintores Balsamar, que son los mejores que hay.

Yo me hice responsable de ello por supuesto ante mis vecinos, ya que los trabajadores habían venido por mí, aunque se enfadaron bastante, cosa que la verdad es que entiendo perfectamente. Pero en realidad los responsables eran los trabajadores de la empresa de transportes, quienes querían irse de rositas.

Fue por esto que llamé de nuevo a la misma oficina de Consumo donde me había informado tras el timo de los muebles y me dijeron que, como yo suponía, ellos debían hacerse responsables. Y me explicaron que cada empresa ha de contar con un seguro para este tipo de situaciones. Aunque en la compañía me insistieron en que debía exigírselo al seguro de la comunidad de vecinos, les expliqué que eso no era así según me habían dicho en la administración y finalmente ellos se encargaron de arreglarlo.

Estas situaciones suelen ser muy complejas porque todo el mundo trata de lavarse las manos. Lo mejor que podemos hacer siempre es hacerles conocedores de lo que sabemos cuáles son nuestros derechos como clientes según la ley y de que estamos al tanto de que podemos denunciar ante la administración. Esto segundo suele suponer un punto de inflexión, ya que las empresas no quieren exponerse a ninguna sanción por parte de la misma y entonces es cuando rompen la resistencia a hacerse responsables.

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