De acuerdo con los últimos datos disponibles de la Sociedad Europea de Embriología y Reproducción Humana (ESHRE, por sus siglas en inglés), nuestro país concentra un 40% del denominado ‘turismo de fertilidad’ en Europa. Somos donde más tratamientos se realizan al año, una cifra que ronda los 120.000 procedimientos. Según ESHRE, se estima que aproximadamente un 10% de los mismos son llevados a cabo en pacientes extranjeras.
Y, de acuerdo con los datos publicados hace algo menos de un de un año por el Ministerio de Sanidad del Registro Nacional de Actividad de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), un total de 12.369 tratamientos realizados en nuestro país fueron realizados en mujeres europeas de fuera de España.
Los motivos por los que deciden viajar a España para someterse a una fecundación in vitro, donar sus óvulos o cualquier otro tipo de técnica de reproducción asistida en nuestras clínicas se debe a diversos factores: por un lado, cuentan con una legislación mucho más favorable que en otros países de Europa, los tratamientos tienen un importante reconocimiento internacional, implican poco tiempo de espera debido a la enorme cantidad de gametos disponibles y son bastante más económicos que en otros países europeos.
También ayuda mucho los bancos de material genético que abundan en nuestro país, y la alta tasa de donaciones de pacientes españoles. Esto es algo en lo que colabora en gran medida IVIdono, la mejor clínica para donar semen, y que forma parte de IVI, empresa líder en reproducción asistida.
A continuación vamos a conocer más detalles sobre las donaciones de esperma y óvulos en España, ya que a diferencia de otros países es teóricamente altruista, pero en la práctica no lo es. Esta es una situación que para algunos expertos puede romper el altruismo del que habla la Ley de Reproducción Asistida.
Los detalles de la donación de material genético
En 2017 se cumplieron cuarenta años del primer banco de esperma que se puso en marcha en España. En estas cuatro décadas el país puede presumir de ser el líder europeo en donación de óvulos, con un 40% del total, y de que este tipo de prácticas estén aceptadas de una manera amplia por la sociedad.
El país cuenta con las leyes de reproducción humana y de donación de órganos y gametos que aportan cobertura legal a las donaciones de ovocitos y semen, algo que lo diferencia de manera notable respecto a naciones del entorno. Esta disparidad legal entre los diferentes Estados hace que muchas familias extranjeras acudan a clínicas españolas para recibir tratamientos de reproducción asistida para poder ser padres.
En el Reino Unido, Suecia o Finlandia los donantes no son anónimos, ya que los hijos nacidos de esos gametos pueden reclamar conocer a su progenitor biológico cuando cumplan la mayoría de edad. En Italia la donación de semen y óvulos estuvo prohibida durante 10 años hasta que en 2014 el Tribunal Constitucional revocó el veto, lo que generó durante ese largo período que muchas familias italianas buscasen solución fuera de sus fronteras, con Suiza y España como principales países beneficiados.
El marco legal español de las donaciones está basado en el anonimato y el altruismo. Sólo las clínicas saben quién es el donante y aunque se gratifica económicamente se hace sólo por los gastos y el esfuerzo de las continuas visitas que deben realizar a la clínica para los controles y pruebas necesarias, las ausencias al trabajo.
El retrato robot de la donante de óvulos en Europa y también en España es una mujer de 25,4 años, el 35% de las cuales tienen al menos un hijo y el 40% viven en pareja, según una encuesta de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE). Por su parte, el donante de esperma también es un chico joven de 18 a 35 años.
La principal diferencia entre ellos es lo que reciben por cada donación: los hombres suelen cobrar entre 40 y 50 euros por cada una de ellas, aunque la mayoría de clínicas exigen unas 16 donaciones válidas, lo que supone de tres a cuatro meses de proceso y unos ingresos totales de 400 euros. Las mujeres llegan a ser gratificadas con alrededor de 1.000 euros, aunque el tratamiento clínico es más complejo que el de los varones.