Una parte importante de la calidad de vida y la comodidad en una comunidad de propietarios se debe a la relación existente entre sus vecinos. Surgirán problemas, derramas, situaciones difíciles en las que cada uno de los miembros de una comunidad puede tener su propia opinión sobre el asunto.
Mantener el respeto, saber llegar a acuerdos y nombrar portavoces que dirijan las reuniones o sesiones, al tiempo que se encarguen de dirigir y organizar las distintas tareas, obligaciones y papeleos que puedan surgir en las viviendas, es fundamental. Un administrador puede ser una gran ayuda y hacer estas tareas más fáciles y llevaderas, al liberar a los propietarios de un peso importante de sus obligaciones. Pero si lo que se trata es de ahorrar ese presupuesto y no aumentar los gastos de la comunidad, debemos estar dispuestos a asumir un mayor volumen de trabajo así como a ser más pacientes, ceder en ocasiones y estar dispuesto a transigir y escuchar.
Sirviéndonos de prototipos y situándonos en un escenario general, algunos residentes por sus características pueden resultar más problemáticos que otros. En estos grupos podemos situar por ejemplo a los inquilinos en alquiler, que establezcan una relación menos directa con los asuntos del inmueble al no ser propietarios del mismo. Aquí la clave para evitar posibles problemas será que el dueño del piso deje bien fijadas las normas de antemano con los nuevos inquilinos, así como la repartición de las tareas y obligaciones que asumirán cada uno de ellos, tanto el propietario como los arrendatarios. Para la comunidad, sería adecuado además contar con los datos de contacto con el propietario a fin de poder localizarlo si surgiese cualquier duda o problema.
Otro segmento de la población que puede ofrecer alguna dificultad mayor que el resto es el referente a los vecinos de edades muy avanzadas. Algunos estudios y estadísticas muestran como una gran parte de los accidentes ocurridos en comunidades se debe a despistes o al descuido que el tiempo y la edad pueden provocar. Llegados a una edad nos resulta más difícil mantenernos al día y estar atentos a todas las necesidades que puede demandar una propiedad. Por ello para evitar que nuestros vecinos más ancianos descuiden sus obligaciones o incluso puedan provocar situaciones de riesgo, es fundamental mantener la atención sobre ellos. No sólo ofrecerles la ayuda que como vecinos y ciudadanos deberíamos. Ser conscientes de si los vemos a menudo, su estado… la adecuación de su salud para enfrentarse al día a día solos en casa. Muchas veces los familiares o ellos mismos no se percatan de las limitaciones que implica una edad avanzada. Alguien que les ayude a acudir a las reuniones, les mantenga informados de todo lo referente a asuntos administrativos de la comunidad puede resultar muy beneficioso.
Porque llega un momento en que debido a estados de salud o edades muy avanzados, debe ponerse fin a la independencia de nuestros mayores. Pero ocurre que en muchas ocasiones sus familiares no disponen del tiempo o del espacio para ello. Para los casos en los que nuestros ancianos ya no puedan valerse por si mismos puede pensarse en una persona interna que viva en la casa diariamente y les ayude en todo o contemplar la opción de una residencia geriátrica. Para ello será esencial encontrar una que cuente con especialistas y profesionales que puedan garantizar las mejores condiciones y medios a nuestros familiares y una consolidación en el sector con años de experiencia a su cargo.
La residencia geriátrica Benviure, situada a pocos minutos de Barcelona, cuenta con todo esto en su haber. Liderando el sector de las residencias para ancianos, su fama ha sido labrada gracias a instalaciones sin igual, combinando el mejor servicio hostelero para la comodidad y el confort de nuestros mayores, con los más altos profesionales de la medicina y la salud, para la tranquilidad de familiares, que pueden estar tranquilos dejando a sus mayores en las mejores manos.