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A veces la casa sí se empieza por el Tejado

Mi interés por la arquitectura y la decoración de interiores viene desde muy pequeña, recuerdo cómo con 6 años le hacía preguntas imposibles a mi madre sobre materiales de construcción, estructuras y espacios.

Mi madre alucinaba con la cantidad de preguntas tan técnicas y específicas sobre construcción. Llegó un punto que hasta le hacía gracia, siempre que entrabamos en un local, vivienda, edificio…ya estaba mirándolo todo de arriba abajo y preguntando por el mármol o las vigas de madera.

Lo cierto, es que mi destino profesional parecía algo claro para todos los que me conocían, ya desde muy pequeña.

En mi caso, acertaron con sus pronósticos y acabé estudiando Arquitectura, aunque con motivo de la crisis he tenido que hacer uso de toda mi creatividad para encontrar un hueco en el mundillo de la construcción.

Por suerte, una de mis grandes habilidades es la de Reformar Viviendas Antiguas, que, por otra parte, además de ser una de mis grandes pasiones me parece esencial para conservar el interés histórico de una comunidad.

Cómo renovar un Tejado en una Casa Rústica

Recuerdo que antes de mi primer proyecto, había acabado mis prácticas en un estudio de arquitectura y tenía medio pie en Barcelona, cuando una amiga me llamó para ayudarle con la restauración de la casa de sus abuelos en Santiago de Compostela.

Me pareció un proyecto muy interesante y creativo, y más teniendo en cuenta que Santiago es una ciudad con uno de los casos históricos más bonitos que conozco.

Lo cierto es que no tiene nada que ver vivir en una casa vieja restaurada, a hacerlo en una casa con fachada de piedra y estilo rústico, pero, eso solo la fachada.

Y, si algo aprendí a la hora de crear espacios es lo mucho que dice un espacio de quién vive en él y, como ocurre con ciertas personas, la fachada puede ser perfecta, pero si luego al entrar no acompaña, está claro que nunca tendrá el mismo valor.

Con las casas ocurre lo mismo, vivir en una auténtica casa restaurada tiene su trabajo, pero el resultado final es incomparable, tanto por su valor histórico y antiguo como por ese encanto natural imposible de traducir de otro modo.

La verdad es que cuando tuve la oportunidad de probar a restaurar de forma integral una casa de estilo rústico no tuve dudas.

Sí que supuso todo un reto, pero, la verdad es que la experiencia fue realmente gratificante. Una de las cosas más curiosas al restaurar una casa antigua es que, en este caso, la casa sí se debe de empezar por el tejado.

De hecho, para muchos arquitectos una casa no es más que una cubierta, y es que la cubierta es el elemento principal en una vivienda.

Por otra parte, debido a su mayor exposición a las inclemencias del tiempo, el tejado también suele ser la parte más costosa y trabajosa de las rehabilitaciones.

Para mi primer proyecto tenía una casa de dos plantas con una buhardilla, mi idea era empezar rehabilitando el tejado, pasar después a la planta baja y acabar la obra con la buhardilla.

Tenía claro que para el tejado usaría pizarra, ya que como cubierta es uno de los materiales más antiguos utilizados por el hombre. Además de ofrecer una estructura natural y características muy versátiles.

Así que investigué y pregunté a personas expertas en este tipo de material para encontrar a la empresa más apropiada. No tardé en que un antiguo compañero del estudio de arquitectura en el que hice mis prácticas me recomendara Ardoises-despagne, una empresa con una amplia experiencia en la venta de pizarras para tejados, suelos y exteriores. Pude comprobar de primera mano la gran calidad de su pizarra para tejados.

La verdad es que una vez que tuve resuelto el tema de la cubierta, el resto del trabajo de restauración fue muy sencillo.

Planteé y distribuí muy bien las tareas a realizar, ya que para el interior de la vivienda quería añadir algunos materiales y estructuras nuevos, para adaptar la casa a las necesidades y comodidades de mi amiga, muy distintas a las de su abuelo que vivió en esta casa 100 años atrás.

Finalmente, conseguí un resultado espectacular, aquella antigua casa pareció cobrar vida en su pequeño barrio, un diamante de los de siempre en el que mi amiga ayudada por la restauración unió lo mejor de su infancia y su nueva vida en un mismo espacio.

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