A veces hablamos de lo engorrosas que son las reformas en casa porque todo acaba patas arriba, lleno de polvo y suciedad (por muy limpios que quieran ser los obreros) y nos empeñamos en dar consejos bastante conocidos por todos para programar los pasos a dar e incluso otros a tener en cuenta una vez que ya estamos dentro de la misma y queremos tener un poco de orden.
Que si cubre tus muebles y electrodomésticos con sábanas para que no se llenen de polvo o les caiga pintura… que si guarda tus objetos más preciados en cajas y apártalas para evitar tener el mismo problema… guarda la ropa y deja fuera sólo aquella que estés usando… intenta dormir fuera de casa… etc. Pero la realidad es que son consejos inútiles que no solucionan prácticamente nada y que además no aportan gran cosa en ninguno de los casos.
El mejor consejo
Hace unos meses mi hermana inició una reforma en su casa de Madrid y me llamaba casi a diario contándome la locura en la que se estaba convirtiendo su familia día tras día y sabía que, cuanto más durara la reforma, más loca se iba a volver ella. Por eso, cuando apenas llevaba un par de semanas de reforma y aún le quedaban tres semanas más (creo que la única habitación que dejó sin reformar en toda la casa fue el garaje), decidí ir a hacerle una visita aprovechando mis vacaciones para ver si podía echarle una mano.
Cuando llegué a su casa me quedé boquiabierta. Ella no paraba de hablar a lo histérico diciendo no sé qué tonterías de su hijo y de su marido y yo lo único que hacía era mirar a todas partes sin ver nada. “¿Pero dónde narices están los muebles?”, pregunté de golpe. Pues resulta que mi hermana, que es muy “cool” había alquilado un trastero enorme en no sé qué almacenes a las afueras de Madrid y a la empresa mediterraneoexpres.es, especializada en el transporte y la logística de mueble, para que les llevaran y guardaran los mismos hasta el final de la reforma. En otras palabras: en su casa sólo hay cuatro sillas de playa y una mesa plegable que usan tanto para comer, como mi sobrino para hacer deberes, como ella para trabajar con el portátil.
Su estrés no venía, como yo pensaba, por tenerlo todo por en medio, no encontrar las cosas o porque mi sobrino enredara más que otra cosa. Ni siquiera estaba estresada por la suciedad y el polvo que había en la vivienda porque como no había muebles con un mocho y una fregona lo arreglaba todo en cinco minutos. No, su agobio provenía básicamente de su aburrimiento.
Estuve con ella semana y media aproximadamente y aprendí dos cosas: la primera es que la idea de llevar los muebles a un trastero no está nada mal cuando haces una reforma porque se queda todo limpito y sin líos de más, y la segunda es que mi hermana es más pija de lo que yo había pensado en un primero momento.
¿Cómo que se aburre? Que si el niño se pone la televisión por la tarde y su marido el futbol por la noche y ella no sabe qué hacer porque no hay nada en la casa, que si como tampoco puede limpiar acaba mirando la pared y cuenta los bultitos del gotéele hasta que lo quiten del todo, que si lo único que puede hacer es controlar a los obreros (pobres obreros)… ¿Pero estamos locos o qué? Por un lado le doy un sincero aplauso porque ha hecho algo que casi andie piensa cuando tiene reformas y que allana mucho el camino pero por otro lado, si pudiera, le daba una soberana colleja y esperaba a ver si sonaba algo dentro de su cabeza o la tiene vacía. En fin, con la genética nunca se sabe… ella se llevó la belleza y yo los dos dedos de frente.