La limpieza es un factor crucial en el éxito de cualquier clase de negocio. En primer lugar, porque la salud y la higiene son asuntos capitales en la sociedad contemporánea, amante de la asepsia y temerosa de la contaminación vírica y microbiana. En segundo lugar, y quizás no menos importante, porque un negocio también entra por los ojos y, en este caso, limpieza es belleza.
La progresiva toma de conciencia ciudadana a propósito de la necesidad de higiene en el espacio común como acto preventivo contra las enfermedades cotidianas y tradicionales, acentuada además por las persistentes amenazas, justificadas o quiméricas, acerca de terribles pandemias globales aceleradas por la masificación urbana imperante en nuestros días, provoca que la salud suponga uno de los temas capitales y una las principales preocupaciones del colectivo humano.
Fiel reflejo de estas ideas es la proliferación de normativas y códigos legales en materia de salud pública, así como las distintas ordenanzas de limpieza comunitaria. Factores de obligado cumplimiento -sea como exigencia para la atención de servicios que impliquen trato con clientes ajenos a la entidad, sea como requisito de prevención de riesgos laborales-, que una empresa ha de tener en consideración desde el mismo momento de su concepción, no digamos ya en su apertura y durante el desarrollo de su actividad económica.
Probablemente la hostelería se presente como el sector empresarial más sensible hacia todas estas cuestiones de limpieza y salud pública, ya que se ve afectada por delimitaciones específicas y exclusivas a causa de la delicadeza de su cometido diario, foco propicio para la extensión de enfermedades y víctima habitual del ataque de plagas biológicas, tales como cucarachas, roedores, moscas, hormigas…
Además de las imprescindibles medidas de autorregulación -tales como los códigos deontológicos de actuación que describan las buenas maneras en el desempeño del trabajo de los empleados, fomente su concienciación en materia de higiene y refuerce cualquier otro tipo de disposiciones en lo relativo a la salud pública-, la satisfacción del consumidor y el acatamiento y cumplimiento de las normativas estatales, comunitarias y municipales pasa por la adquisición de ciertas garantías de limpieza que, por supuesto, a tenor de la imposibilidad de su asunción directa por parte del propio emprendedor o por su plantilla regular, conviene dejar en manos de profesionales formados y experimentados en la materia.
Con el fin de realizar una elección adecuada, se han de tener en cuenta las particularidades exclusivas que esgrime cada empresa en sus ofertas. Por ejemplo, Eurobrill, referencia entre los servicios de limpieza en la ciudad de Barcelona, destaca por su posesión de grúas elevadoras que le permiten limpiar fachadas hasta una altura máxima de 16 metros. Otra firma de servicios de limpieza en esta misma localidad, Neteges Servinet, favorece el trato personalizado y al detalle para cada cliente, con servicios de calidad contrastada.
Un punto clave: el detergente
La calidad de la limpieza no reside por completo en el factor humano. Los materiales empleados son de igual modo determinantes. A tal efecto, destinar una partida presupuestaria exclusiva para la compra de los detergentes industriales de Nurmay más eficientes del mercado es un recurso indispensable. Estos productos están diseñados no solo para garantizar los niveles de salubridad y asepsia exigidos por los organismos competentes, sino que, además, en una función puramente cosmética –aunque, como hemos visto, igualmente relevante-, permiten deshacerse de manchas que afean el aspecto estético del establecimiento, en caso que de las manchas químicas y biológicas que afectan a materiales de uso frecuente pero dificultosa limpieza como, por ejemplo, el hormigón y el cemento.
De la misma manera, los desengrasantes industriales desempeñan una importante labor en la limpieza de las instalaciones, en especial en lo que respecta a la actividad industrial, en la cual la aparición de fugas de lubricante y charcos de aceite de diverso tipo propician uno de los principales escenarios de peligro, según recogen los estatutos de prevención de riesgos laborales. El desengrasante es un término que engloba una multitud de productos de origen natural o destilados a través de elementos químicos cuyo principal cometido es la eliminación de sustancias grasas como el aceite y el petróleo, lubricantes y combustibles de uso frecuente pero muy contaminantes y de problemática erradicación. Mediante su acción activa, los desengrasantes industriales diluyen y expulsan los concentrados grasos, evitan su acumulación y previenen la corrosión de los metales a ellos asociada. Por otro lado, su acción es también poderosa en cuanto a la eliminación de posibles desperfectos derivados de la oxidación de los materiales y el surgimiento de vapores nocivos para la salud del trabajador.
Confianza en la tecnología: limpieza por ultrasonidos
Contar con un servicio experto y profesional garantiza la disposición de técnicas especializadas de limpieza que, de otro modo, estarían vedadas. La limpieza con ultrasonidos es un ejemplo válido de esta afirmación.
Las máquinas de limpieza por ultrasonidos son ingenios que posibilitan una óptima higienización de elementos de difícil lavado, tales como aparatos y recipientes de uso científico (pipetas, viscosímetros, tamices…), instrumental médico, cristales y lentes de contacto ópticas, joyería, relojería y maquinaria de precisión o diversos componentes electrónicos y herramientas de uso industrial (circuitos conductores, filtros, depósitos de aceites, inyectores de gasolina… Esto se debe a la exclusiva tecnología de la que gozan los aparatos de limpieza por ultrasonidos, capaces de desarrollar ondas de alta frecuencia en su interior, superiores a los 20 kilohercios de potencia, para, mediante el efecto de microcepillado que produce la implosión de las moléculas de agua, efectuada alrededor de 40.000 veces por segundo. La continua alternancia de depresiones y sobrepesiones en la potencia de vibración hacen que las manchas de suciedad se despeguen, actuando hasta en los espacios más escondidos, inalcanzables manualmente, de las piezas sometidas a dicho proceso. Y es que la calidad de los resultados proporcionados por la limpieza con ultrasonidos se mide a escala microscópica.
Por si fuera poco, se trata de un método de limpieza ecológicamente sostenible y económicamente rentable. Sus requisitos de lavado por inmersión permiten el ahorro de una importante cantidad de agua, lo que, en combinación con la ínfima cantidad de detergente que demanda el proceso (alrededor del dos por cierto del volumen de agua) y el hecho de prescindir de elementos nocivos y peligrosos como los disolventes ácidos o los detergentes alcalinos, evitan la emisión de contaminación material o la presencia de sustancias de riesgo para el operario o el entorno. Por otro lado, el tiempo estimado dedicado al fregado y enjuague se reduce hasta en un 80 por ciento respecto a otros procedimientos tradicionales, mientras que su exigencia en lo que a mano de obra se refiere se reduce al mínimo indispensable para el accionamiento de la maquinaria. Así, el empresario podrá destinar esta preciosa fuerza de trabajo a otras tareas más productivas para su negocio.