Para que la sociedad tenga un futuro de lo más esperanzador, es imprescindible que año a año se vayan forjando grandes profesionales, algo que solo se consigue con la mejor educación y la transmisión de los mejores valores de las personas. En la actualidad tenemos un sistema educativo que, si bien tiene algunos inconvenientes, permite desarrollarnos como personas y como futuros profesionales aunque sea solo en parte.
Uno de los puntos clave de ese sistema educativo es que el que llega con la selectividad. En este punto los estudiantes ya van orientando su formación académica y, de superar esa serie de exámenes, tendrán derecho a cursar una carrera universitaria. La fórmula para conseguirlo es simple y clara: dedicación, tiempo y esfuerzo. Ingredientes que en muchas ocasiones son bastante complicados de conseguir si el entorno en el que solemos estudiar es demasiado incómodo o molesto.
El año pasado le tocaba a los alumnos de mi generación realizar la selectividad, una prueba que, aunque se prepara durante dos años, genera un estrés que hace que los estudiantes lo pasen realmente mal durante las semanas previas a los exámenes. Si, además, y como era mi caso, no se goza de un lugar apropiado para el estudio, las consecuencias pueden ser irreparables.
El piso en el que vivo es bastante pequeño, se escucha prácticamente todo y, como vivimos cuatro personas –mis padres, mi hermana y yo– es bastante difícil que exista un periodo prolongado de silencio. Una situación como esta frusta y mucho porque, además, hay ruido proveniente de otras viviendas superiores que continuamente acude hasta mis oídos. Prepararse una selectividad en condiciones como estas no era una excelente idea. Algo tendría que hacer.
La alternativa que escogí en un principio fue la de acudir a una biblioteca a estudiar, pero los resultados no iban a ser satisfactorios. Poca gente respeta las normas de silencio absoluto que se imponen y ello contribuyó a generar en mí un estado de ansiedad que comenzaba a ser realmente preocupante.
Tal era ese estado que tomé la decisión de apuntarme a una academia de estudios. Necesitaba, por una parte, que se me explicaran algunas dudas acerca del temario y que alguien me ayudara a planificar una organización de cara a los días que tenía por delante para poder dedicarle a cada asignatura el tiempo que le correspondía. Por otra parte, necesitaba un consejo profesional para intentar evitar todos esos males que se derivan del ruido que hay en mi inmueble para cuando estoy estudiando. Todo esto lo iba a encontrar gracias a www.pupilos.es, una página web cuya entidad tenía en plantilla a los profesionales que me iban a ayudar a afrontar la selectividad teniendo en cuenta todo aquello que me preocupaba.
Mi caso, un ejemplo de éxito
En cuanto contacté con los regentes de la web lo vi claro. Sin duda alguna sabían de lo que hablaban y contaban con una amplia experiencia en la materia. Me dieron unas cuantas referencias acerca de lugares en los que podría estudiar sin problemas, establecimos un calendario de estudio para las dos semanas anteriores a las pruebas y resolvieron todas mis grandes dudas, algo que ni tan siquiera mis profesores habían sido capaces de hacer en el instituto ante la falta de tiempo que argumentan tener cuando se enfrentan a un grupo de 2º de Bachillerato.
Ha pasado un año desde aquello y la verdad es que he conseguido cumplir todos los objetivos marcados hasta ahora. Superé la selectividad sin el menor problema y pude estudiar la carrera que he querido, un verdadero lujo que no se puede pagar con dinero. Gracias a Pupilos encontré un lugar cómodo para poder estudiar con tranquilidad y sin los ruidos y molestias que supone estudiar en un piso de poco más de 60 metros cuadrados y en el que viven un total de cuatro personas. Esa ha sido la clave de mi éxito.