La sauna es un sistema de higiene y relajación procedente de Finlandia, con grandes beneficios para nuestra salud y que podemos instalar en cualquier casa. Proviene de la cultura de los países nórdicos, con unas condiciones materiales concretas y que requiere una serie de precauciones para no abusar de ella.
La sauna es una habitación cerrada cubierta de madera, por lo general abeto finlandés. Con una estufa, que en un principio era de leña, y que eleva la temperatura a una horquilla de entre 80 y 120 grados.
Sobre la estufa se calientan unas piedras volcánicas que se introducen en un recipiente de agua, generando vapor y aumentando la humedad y la sensación de calor. Dispone de bancos de madera, donde los usuarios se sientan y se relajan durante la sesión.
Forma parte de un ritual de limpieza y cuidado personal, que comienza con una ducha, una sesión de vapor de 15 o 20 minutos en la sauna y concluye con un baño en aguas frías. Tradicionalmente, en un lago helado.
Dentro de la sauna está prohibido entrar con ropa, por razones higiénicas. Los usuarios emplean una toalla de algodón o un trapo desechable para limpiarse el sudor y protegerse del calor. En el interior utilizan un manojo de hojas de abedul, con el que bañista se golpea suavemente en el cuerpo para relajar los músculos y calmar la irritación producida por el vapor.
Como sucedía con los baños romanos y las casas de baños árabes, las saunas finlandesas eran lugares colectivos y públicos. Se instalaban al lado de los lagos, en edificios corporativos o adosados a las casas, para uso familiar. Solían disponer de una claraboya, que se podía abrir, para ventilar el habitáculo, después de su uso.
En las saunas públicas no se hacía ninguna distinción social. Podían utilizarla al mismo tiempo personas de distinta condición y nivel económico. Lo normal es que acudieran a ella, toda la familia. A determinada edad, los hijos adolescentes, rehusaban de ir a la sauna con sus padres y lo hacían en sesiones mixtas, en las que coincidían chicas y chicos. Ya, a edades más adultas, no es tan habitual que hombres y mujeres coincidan en la misma sala. Aunque el uso de la sauna, en Finlandia, se ve como algo natural.
Los fabricantes de Saunas Luxe, una empresa de Ávila que llevan instalando saunas a medida desde 1978, nos comentan que estas instalaciones son un auténtico centro de bienestar en el interior de los hogares. Estos son sus beneficios, precauciones y falsos mitos, que conviene despejar, respecto a su uso.
Beneficios.
La revista de salud y deporte Women´s Health señala que la sauna no es ningún sustituto de la actividad física, pero sí un estupendo complemento que reporta significativos beneficios para el cuerpo. Estos son algunos de ellos:
- Alivia el dolor muscular. Al entrar en la sauna, el ritmo cardiaco aumenta de 100 a 150 pulsaciones por minuto, se dilatan los vasos sanguíneos y se mejora la circulación. Produce un efecto similar a practicar ejercicio a intensidad moderada. Ese aumento de la circulación hace que se reduzcan los dolores en músculos y articulaciones.
- Reduce el estrés. Al tiempo que aumenta el ritmo cardiaco, en la sauna el cuerpo y la mente se relajan. Sobre todo después de los primeros minutos, cuando hemos conseguido aclimatarnos. Esto convierte a la sauna en un ejercicio estupendo para desconectar por unos minutos de las preocupaciones diarias.
- Mejora la salud cardiovascular. Un estudio finlandés determinó que utilizar la sauna, con una periodicidad de entre cuatro y siete veces por semana, reducía en un 63% las posibilidades de sufrir un ataque cardiaco. Los efectos de la sauna sobre el sistema circulatorio son innegables y su uso habitual mejora el rendimiento del corazón y la flexibilidad de las arterias.
- Aumenta la longevidad. La población de los países nórdicos se ha caracterizado siempre por tener una esperanza de vida bastante alta. Todo eso, a pesar de que dispongan de pocas horas de luz solar al año, en relación con otras latitudes del planeta, y de vivir en climas muy fríos. Eso se debe a una serie de pautas de estilo de vida saludable, en el que el empleo de la sauna forma parte integrante.
- Limpia profundamente la piel. El calor y el vapor de agua abren los poros de la piel permitiendo que se limpien de impurezas. Para completar la limpieza es importante la ducha o baño que debemos darnos después de salir de la sauna. El calor, por otro lado, favorece la producción natural de colágeno, la proteína responsable de aumentar la flexibilidad y firmeza de la piel.
- Alivia el asma y las enfermedades respiratorias. El vapor caliente, entrando por nuestras fosas nasales, favorece la apertura de las vías nasales y expansión de los bronquios. Previniendo y ayudando en la recuperación de afecciones pulmonares.
Precauciones.
Utilizar la sauna implica someter a nuestro cuerpo de golpe a unas condiciones ambientales que no son las habituales. Por lo tanto, es necesario seguir ciertas precauciones en uso. De entrada, no es recomendable realizar sesiones de sauna de más de 20 minutos, y si eres principiante, lo aconsejable es comenzar por 5. Las ventajas que nos reporta la sauna no son por utilizar sesiones maratonianas, sino por incorporar la sauna a nuestras rutinas habituales de limpieza. En Finlandia, donde es toda una institución, sus habitantes la utilizan una vez a la semana.
Durante la sesión de sauna, se produce una deshidratación del cuerpo importante. Por eso es importante beber abundante agua antes, durante y después de la sesión. Es inadecuado consumir alcohol antes de meternos en la sauna, ni siquiera una cerveza. El alcohol aumenta la deshidratación del cuerpo y contribuye a que aparezcan reacciones impredecibles como arritmias o hipotensión, agudizadas por el calor intenso de la sauna.
La sauna está contraindicada en personas que presentan la tensión arterial muy alta o muy baja, que han sufrido recientemente accidentes cardiacos o tienen tendencia a padecerlos. Y para aquellas personas que padecen enfermedades inflamatorias internas agudas como la hepatitis o la nefritis.
Tampoco es bueno utilizarla si se tienen varices bastante desarrolladas, algún tipo de tumor (maligno o benigno) y si se padece glaucoma o hipertiroidismo.
Si se sufre alguna enfermedad infecciosa producida por hongos, tampoco es aconsejable que la persona acuda a una sauna. Ya no solo por ella, sino porque el habiente húmedo y caliente crea las condiciones ambientales propicias para que la infección se propague.
Falsos mitos.
El desconocimiento de los efectos de la sauna sobre el cuerpo humano ha creado ciertos mitos y leyendas urbanas que son necesarios despejar para no crearnos falsas expectativas.
La primera idea errónea es pensar que las saunas adelgazan. Es cierto que cuando una persona está en la sauna, está sudando gran parte del tiempo, y cuando sale de ella ha perdido en torno a medio kilo. Pero no es porque pierda grasa, sino por la deshidratación y perdida de líquidos. En el momento en el que el usuario beba agua y reponga el líquido evaporado, recupera su peso.
La otra idea incorrecta es pensar que con la sauna eliminamos toxinas de nuestro cuerpo. No existe ningún estudio científico que lo corrobore. El sudor que se expulsa durante la sesión fundamentalmente lo que hace es limpiar la piel. El exceso de metales en nuestro cuerpo: aluminio, mercurio; o la presencia de sustancias tóxicas como el alcohol o ciertos estupefacientes se eliminan a través de los riñones, el hígado y los intestinos.
No es conveniente acudir a una sauna con expectativas libidinosas. Al menos a este habitáculo en sí. Si bien los usuarios acuden desnudos, los cuerpos se encuentran en un proceso de depuración y de agotamiento físico, que no es precisamente excitante. Hay que verlo como algo natural, que es como lo llevan concibiendo los finlandeses durante miles de años.
Instalación de una sauna.
Dice el blog italiano Effer que una sauna se puede instalar en cualquier habitación de la casa. Da igual su forma, sus dimensiones o su ubicación. Se puede colocar igual en un sótano que en una boardilla. En una habitación estrecha y alargada o en una cuadrada diáfana.
La instalación de una sauna finlandesa es un proceso bastante artesanal. Hay que recubrir paredes, suelos y techo con madera, efectuar un cerramiento adecuado y prever un sistema de ventilación, para cuando no se utilice.
Tampoco hacen falta unas instalaciones eléctricas especiales. Con una toma de corriente común es suficiente. Lo que sí es necesario es calcular la potencia de la estufa que va a calentar la sauna. Esta viene determinada por las dimensiones del habitáculo.
Existen saunas prefabricadas, sobre todo para exteriores, pero ante todo, la sauna es un producto personalizado. Es muy difícil encontrar dos saunas iguales.
Igual que hace unos años se puso de moda instalar jacuzzis en algunas casas, se pueden instalar saunas sin ningún problema. Integrando este sistema tradicional de cuidado corporal a nuestra rutina habitual. Disponiendo de un auténtico spa en nuestra casa que nuestro cuerpo agradecerá.